El coco es como popularmente se conoce a satanás en el Resguardo Indígena Inga de Aponte, cuentan los abuelos que hace mucho tiempo vivía un señor llamado Manuel Narváez junto con su esposa quienes desafortunadamente no podían tener hijos, Vivian muy tristes ante la idea de no poder ser padres. Cierto día, el señor se fue a Santa Fe, un corregimiento vecino del pueblo de Aponte a visitar a unos amigos pero cuando pasaba en el río Juanambú y se disponía a subir la cuesta se asombró mucho al mirar a un hermoso niño envuelto en sábanas blancas que lloraba desesperadamente. Con gran alegría lo levantó y exclamó:

​

-¡Que hermoso niño!

​

-¡Lo cuidaré como si fuera mi propio hijo!

​

Lo cargó en la espalda y siguió su camino, a medida que iba avanzando el niño se hacía más y más pesado, después de un largo recorrido, Manuel se sentó a descansar y el niño se apuntaló con los pies en el suelo, él, extrañado miró hacia  atrás y escuchó una voz que le  decía:

​

-¡Papá  yo tengo muelitas!

Y al mirarlo era un terrible monstruo que le mostraba sus colmillos, muy asustado, Manuel empezó a correr como pudo mientras el coco lo perseguía, muy agitado sentía que ya no podía correr más, entonces comenzaron a cantar los gallos y a aullar unos perros que hicieron que el demonio dejara de perseguirle pues ya era casi la media noche; temeroso regresó a su casa, contó lo sucedido a su esposa y al día siguiente amaneció muerto.