ALLISAMUSKA - BIENVENIDOS
Sacha kari - El sacha hombre
Sug puncha pakarisunchi, sug taita siñurta iachashah ringa sachukuma iacha maskangapa i ianta apangapa sug puncha chasa iachaskasina rishas impas chisi pichkaura kaura chaiagriura nimas manas tari pai purikushasi man iachaspa ima rangachurak uiarishas piskitukuna mancharigtakuna kasillasi kidasha i uichaima kauara sug millaipa kari. kauasha paitapas kauakugta suglla ñawiua churak pai mancharishas ikalpakushasi churasi mancharispa uraikusha i nispak wasima risha chaiaspa tuta wambrakunaua tiarispa parlash imam pasariskata nispak nishani kati uatakuna llalliura mas tiangapka nima kukitukuna aidaspa kaipi tiaskata Kunanga i tutakuna purikunga nukanchita kauaspa.
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Diseño tomado del Mandato Integral de vida
para la pervivencia del Pueblo Inga de Aponte
Cierto día por la mañana, un abuelito que vivía al pie de una montaña y a quien le encantaba salir de casería, se dirigió como era de costumbre con su carriel lleno de pólvora, una escopeta, un lazo y una peinilla, para traer la leña que se le ofrecía; cuando llegó al bosque no encontraba ningún animal, caminaba y caminaba bosque adentro sin ningún resultado, la noche comenzaba a caer, se escuchaba el canto de las aves ya para dormir y el frío comenzaba a sentirse; entonces el abuelito decidió parar bajo un enorme árbol, de pronto sintió un ruido, miró hacia arriba y en la copa del árbol había un misterioso hombre desnudo con un solo ojo que lo miró fijamente y siguió trepando cada vez más alto, el abuelo se asustó y corrió a buscar el camino de regreso a su casa pero no encontró la salida hasta que amaneció y se dio cuenta que estaba subido en la misma parca donde miró al sacha hombre, se bajó y corrió asustado hasta su casa, cuando anocheció, como era de costumbre les contó a sus nietos lo que había sucedido la noche anterior, les decía que los espíritus de la madre naturaleza lo habían cuidado durante toda la noche en el bosque y que por eso había que cuidar cada una de las plantas y los animales que allí habitaban porque todos los seres espirituales son amigos del hombre y así como se los respeta ellos también nos respetarán.